miércoles, 31 de diciembre de 2008

SU RIQUEZA AMBIENTAL





El teixedal
Una visita al bosque más viejo de Galicia

El Teixedal de Casaio, un desconocido prodigio de la naturaleza único en Europa, ha ocupado esta ladera de las montañas de Trevinca desde hace cientos de miles de años
El abuelo de la naturaleza

Casaio es un bosque único, singular, de una hermosa complejidad y que ha sobrevivido cientos de miles de años sin apenas interferencia humana. Penetrar en semejante tesoro biológico, desconocido por muchos en Galicia, «es como acceder a un recinto catedralicio hecho de árboles y no de piedras». Quien así define este excepcional conjunto conformado por 408 ejemplares de tejo es Eduardo Olano Gurriarán, responsable de que esta reliquia de la antigüedad haya visto la luz, gracias al libro que la Diputación de Ourense acaba de editar y en el que se resume el descomunal trabajo que este ingeniero forestal ha acometido en los últimos 27 años para poner en valor este conjunto único en Europa. Ubiquemos primero el tesoro. El teixedal de Casaio se encuentra en el municipio ourensano de Carballeda de Valdeorras, en la vertiente norte de la cadena montañosa de más altura de Galicia, la que nos separa de Zamora y León. Ocupa el fondo de una ladera sobre la que planean cotas superiores a los dos mil metros y se extiende sobre una superficie cercana a los 20.000 metros cuadrados, en la que los tejos son la especie dominante, aunque conviven con servales, acebos y robles. La paradoja de la edad Comprender la importancia «inigualable» de este bosque te obliga a interpretar algunas de sus realidades, empezando por la edad de los individuos que conforman el teixedal. Conviene reparar en el hecho de que el tejo, árbol de connotaciones míticas donde los haya, es el más longevo de la naturaleza. En países como Gran Bretaña, de gran tradición forestal, existen ejemplares vivos que nacieron hace más de dos mil años e incluso en Galicia, concretamente en el pueblo de Cereixido, en Quiroga, se puede contemplar un individuo milenario, a la vista del perímetro de su tronco. En el caso de Casaio, los tejos del teixedal rondan los cuatrocientos años de edad, una cifra discreta a la vista de las posibilidades vitales de este prodigio de la biología. Eduardo Olano disuelve esta decepción: «Nadie debe considerar decepcionante el hecho de que esos árboles no sean ni medio milenarios, pues la excepcional importancia de nuestro teixedal no radica en el cómputo de los años de sus tejos». Desde el Terciario ¿Qué convierte, entonces, en único a este conjunto? «Hemos de distinguir ?aclara Olano Gurriarán? entre lo que es la edad de los tejos y la edad del teixedal. Este conjunto de tejos representa la muestra de una vegetación cuyos orígenes se remontan a aquellas masas de tejos que existieron coincidiendo con el período de auge de las taxaceas, allá por el Terciario». En este sentido, «aunque los tejos que hoy contemplamos en Casaio no son ninguno ejemplares muy ancianos, el teixedal es de una edad que se cuenta por cientos de miles de años. Ahí radica su excepcionalidad». Olano considera «no menos esencial el hecho de que este conjunto arbóreo se haya generado sin la más mínima intervención de la mano del hombre».

El autor de esta joya bibliográfica es muy explícito a la hora de construir una imagen muy sugerente sobre la importancia de este enclave: «No deja de ser un sueño hecho realidad el poder disfrutar de la visión de algo que nació cerca de los orígenes de la Tierra y cuyos descendientes habitan aún hoy en una profunda ladera que cae desde las alturas de Trevinca». «Los más importantes conjuntos de tejos de las Islas Británicas ?añade Olano? tienen su origen en plantaciones llevadas a cabo por la mano del hombre, en tiempos que en ningún caso van más allá de algún período de nuestra era y no son en ningún caso comparables, ni por la edad ni por el origen, al teixedal de Casaio, en el que la presencia de tejos puede remontarse al Terciario, el origen es espontáneo y la muestra actual realmente significativa». Uno de los empeños de este investigador pasa por conseguir que Galicia sea consciente de la importancia del tesoro que cobija. «Es de justicia mostrar el teixedal, no hay que ocultarlo», resuelve Eduardo Olano. Por esto propone la creación de un Aula de la Naturaleza en la zona y un control total y rígido de las visitas. «Es esencial concienciar a la ciudadanía de que el teixedal de Casaio es para todos en general y para la ciencia en particular un auténtico tesoro a conservar por encima de cualquier contingencia. Su pérdida sería irreperable». En este sentido, uno de los peligros que lo acechan son las explotaciones pizarreras, tan frecuentes en la zona y que, a juicio de Olano «no pueden tener la posibilidad de seguir avanzando hacia ese entorno». Porque como apunta el autor del libro: «Visto el Teixedal, el bosque sagrado deja de ser un mito, una leyenda o una historia muy lejana y se convierte en una realidad palpable». LA HISTORIA La madera de tejo es imputrescible. Una cualidad que explica por qué los vikingos la utilizaban para sostener las velas de sus embarcaciones. Hasta el siglo XV los ingleses construían sus arcos con este material, a la vista de su formidable elasticidad. Por cada dardo que lanzaba una ballesta, el arco de tejo disparaba ocho flechas.


1 comentario: